La oración para san Juan María Vianney

  1. «La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Criador» (Sermón sobre la oración).
  2. «Con la oración todo lo podéis, sois dueños, por decirlo así, del querer de Dios» (Sermón sobre la perseverancia).
  3. «La oración abre los ojos del alma, le hace sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad» (Sermón sobre la oración).
  4. «Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal» (Sermón sobre la oración).
  5. «Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar» (Sermón sobre la perseverancia).
  6. «¡Cuántas veces venimos a la iglesia sin saber a qué venimos ni qué queremos pedir! Sin embargo, cuando se va a casa de cualquiera, se sabe muy bien por qué uno se dirige a ella. Los hay que parecen decirle a Dios: «Vengo a decirte dos palabras para cumplir contigo…». Con frecuencia pienso que, cuando venimos a adorar a nuestro Señor, conseguiríamos todo lo que quisiéramos, con tal de pedirle con fe viva y un corazón puro» (Sobre la oración).
  7. «Nuestras oraciones han de ser hechas con confianza, y con una esperanza firme de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos, mientras se lo supliquemos debidamente» (Sermón sobre la oración).
  8. «Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación» (Sermón sobre la oración).
  9. «Por muchas que sean las penas que experimentemos, si oramos, tendremos la dicha de soportarlas enteramente resignados a la voluntad de Dios; y por violentas que sean las tentaciones, si recurrimos a la oración, las dominaremos» (Sermón sobre la oración).
  10. «La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios, es la perseverancia. Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa, sino una prueba que nos dispone a recibir más abundantemente lo que pedimos» (Sermón sobre la oración).

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