- «La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Criador» (Sermón sobre la oración).
- «Con la oración todo lo podéis, sois dueños, por decirlo así, del querer de Dios» (Sermón sobre la perseverancia).
- «La oración abre los ojos del alma, le hace sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad» (Sermón sobre la oración).
- «Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal» (Sermón sobre la oración).
- «Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar» (Sermón sobre la perseverancia).
- «¡Cuántas veces venimos a la iglesia sin saber a qué venimos ni qué queremos pedir! Sin embargo, cuando se va a casa de cualquiera, se sabe muy bien por qué uno se dirige a ella. Los hay que parecen decirle a Dios: «Vengo a decirte dos palabras para cumplir contigo…». Con frecuencia pienso que, cuando venimos a adorar a nuestro Señor, conseguiríamos todo lo que quisiéramos, con tal de pedirle con fe viva y un corazón puro» (Sobre la oración).
- «Nuestras oraciones han de ser hechas con confianza, y con una esperanza firme de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos, mientras se lo supliquemos debidamente» (Sermón sobre la oración).
- «Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación» (Sermón sobre la oración).
- «Por muchas que sean las penas que experimentemos, si oramos, tendremos la dicha de soportarlas enteramente resignados a la voluntad de Dios; y por violentas que sean las tentaciones, si recurrimos a la oración, las dominaremos» (Sermón sobre la oración).
- «La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios, es la perseverancia. Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa, sino una prueba que nos dispone a recibir más abundantemente lo que pedimos» (Sermón sobre la oración).
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