En 1917, Portugal estaba al borde del totalitarismo después de la revolución de 1910. La revolución había decretado una aguda separación de la Iglesia y el estado, la propiedad de la iglesia había sido confiscada, y se había ordenado la disolución de las congregaciones religiosas. Las clases pensantes y gobernantes eran antirreligiosas y decisivamente anticlericales. La teoría gobernante estaba basada en que las creencias religiosas tradicionales eran puramente supersticiones y así lo indicaban en los semanarios y diarios que ellos imprimían. Aún las áreas rurales normalmente inmunes a las novedades intelectuales de los centros cosmopolitas fueron afectadas por el cierre de las iglesias y una cautelosa advertencia contra cualquier expresión externa de creencias religiosas. A pesar de esto, una sólida fe religiosa tomo raíz en los sencillos campesinos de las partes rurales del país. En esta atmósfera, una serie de apariciones de la Bendita Virgen ocurrieron ante tres pequeños niños del villorrio rural de Fátima por un período cercano a los seis meses empezando en mayo de 1917.
Las apariciones tomaron raíz en una serie de eventos místicos que empezaron en 1915. Tres pequeños, Lucia dos Santos, de nueve años, y sus dos primos más jóvenes, Francisco y Jacinta Marto, estaban pastando un rebaño de ovejas en la campiña en las afueras de Fátima cuando Lucia se percató de una nube translúcida que parecía tener una forma humana. Esta se movió a través del cielo y finalmente se posó sobre un soto de pinos.
Un año después, en el verano de 1916, los niños llevaban sus rebaños de ovejas hacia una pradera llamada Couza Velha donde ellos fueron sorprendidos por una súbita tormenta. Guareciéndose en el refugio de una cueva cercana, ellos decidieron comer sus refrigerios y esperar hasta que la lluvia cesara antes de reagrupar sus manadas. Después de completar un breve Rosario, la lluvia paró de repente y, luego de unos momentos de dejar la cueva, ellos fueron recibidos por un fuerte viento que soplaba a través de los pinos. Cuando ellos voltearon para ver qué cosa podría estar causando dicho viento, ellos vieron nuevamente la nube transluciente que Lucia había visto el año anterior. Esta vez la nube se movió hacia ellos y finalmente se volvió distinguible tomando la forma de un transparente «Joven» de cerca de catorce años. El hombre joven se identificó a los asombrados niños, «No teman. Soy el ángel de la Paz.» Recen conmigo. Entonces él se arrodillo en la tierra, inclinándose hacia adelante hasta que su frente se apoyó en esta, y rezó: «Mi Dios, Yo creo en ti, ¡Yo te adoro y Yo te amo! ¡Te pido perdón por todos aquellos que no creen, que no te adoran y no te aman!» Él dijo este rezo por tres veces. Cuando se levantó él les dijo a los niños «Recen de esta manera. Los corazones de Jesús y María están atentos a las voces de sus súplicas». Diciendo esto, él se desvaneció. Los niños estaban rebosantes de gozo y en estado de éxtasis. Ellos repitieron este rezo por un largo tiempo tal como el ángel lo había hecho o sobre sus rodillas.