Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé

Caacupé es como un estuche de esmeralda que guarda una preciosa joya: la Virgen de los Milagros, hasta la cual no cesan de llegar los peregrinos de toda la república de Paraguay, en busca de consuelo y curas de sus males del espíritu y del cuerpo, o a pagar su deuda por una u otra salud recuperada.

En ómnibus, automóviles, carretas, a caballo y de a pie, todos los Paraguayos hemos ido siquiera una vez en nuestras vidas a visitar a nuestra Virgencita de Caacupé en busca de consuelo o para agradecerle alborozados sus divinos bienes.

Nos cuenta la historia que corría el año 1600, cuando cierta mañana un grupo de indios Mbayaes perseguía a un guaraní con intención de darle muerte, tal vez por pertenecer a otra tribu dominante del área, o tal vez porque el indio guaraní convertido al cristianismo y era feligrés de los franciscanos, a los que los Mbayaes temían tanto como al diablo.

Completamente acorralado como estaba y desesperado por la suerte mortal que le esperaba, el indiecito convertido se escondió detrás de un gran árbol que le parecía protector. Agazapado y tembloroso, se le iluminó de pronto el recuerdo de la Inmaculada Concepción, que era la Virgen de su predilección. Entre súplicas y suspiros, entre miedo y esperanzas, le prometió a la Reina de los Cielos que, si lo libraba de sus injustos y feroces enemigos, le haría una imagen de la misma madera de aquel árbol.

Milagrosamente, los Mbayaes no lo encontraron en aquel monte y al caer la noche se vieron obligados a volver a sus tolderias. El indiecito guaraní se vio luego libre y no vivió más que para cumplir su promesa.

Esperando un prudencial tiempo, el guaraní vuelve al árbol protector, ya con sus primitivas herramientas. Desgajó de aquel tronco la madera necesaria para su propósito, puso a secarla, y pacientemente, con todo el arte de sus manos y el fervor de su alma, se puso a esculpir dos estatuas de la Virgen: una, más grande, destinada a la Iglesia de Tobatí, cercana al lugar, y otra, más pequeña, para su devoción particular.

Esta imagen menor es la Virgen de los Milagros que se la venera en la ciudad de Caacupé; imagen menor que iba a resultar la mayor, por la abundancia de sus dones y de sus fieles. Según la opinión de los críticos de arte en madera, la imagen es una creación artística genial de belleza extraterrena.

La historia no ha recogido datos de la imagen mayor, que se supone saqueada por los salvajes Mbayaes. Tampoco se supo más de aquel indiecito guaraní y cristiano, pero, aunque nunca sepamos a quien deben la fe y la iglesia esa obra de inspiración divina, nuestra fe nos dice que ya está desde hace tiempo compartiendo con nuestra Madre Celestial.

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