¡PREPÁRATE PARA VIVIR! Una invitación a la vida Pascual desde la sinfonía n°2 de Gustav Mahler

Una sinfonía Pascual, nacida de un corazón tocado por Dios.

«Hör auf zu zittern! Mach dich bereit zu leben!» ¡Deja de Temblar! ¡Prepárate para vivir! Así inicia el finale de una de las obras más magníficas de la música universal: La sinfonía n°2 en Do menor o también conocida comoAuferstehung (Resurrección), compuesta entre 1888 y 1894 por Gustav Mahler, un judío converso al cristianismo católico.

Una obra magnífica, concebida en el corazón de un hombre profundamente enamorado de Dios y su creación, un místico silencioso, amante del Evangelio y fiel a la Iglesia. Que a través de su música, es capaz de desnudar su alma y mostrar por medio de sus armonías lo que hay dentro de su corazón.

Mahler y la resurrección como camino a la eternidad

La Sinfonía n°2 en Do menor de Mahler tiene como temática la resurrección. Tema que inquietó y a la vez apasionó a Mahler, ya que en gran parte de sus obras se descubre su gran pasión por la eternidad, pero a la vez su intriga por lo que hay después de la muerte. La muerte en verdad inquieta, es fría, pero a la vez tan calurosa. Para un no creyente, es simplemente el fin de la existencia, pero para el creyente es un dulce puente que conduce a la presencia bondadosa del Padre. Ya que el creyente cree en la resurrección y pone toda su esperanza en aquel deseo latente por alcanzar la eternidad «pues la vida de los que en Tí creemos Padre, no termina, se transforma» (Prefacio 1 de difuntos).

La resurrección, es el acontecimiento más importante para los cristianos, es el acto mesiánico, por el cual se nos ha otorgado la salvación. La sangre del cordero inocente, Cristo, ha redimido nuestras culpas y nos ha hecho partícipes de la eternidad que proviene del Padre. Es precisamente ese deseo de eternidad lo que inspira a Mahler y lo lleva a componer esta obra magnífica. Es como si por medio de su música nos quisiera transmitir ese deseo de alcanzar algo más grande, algo más sublime, alcanzar a Cristo que sale victorioso del sepulcro, alcanzar a Dios mismo en su gloria y majestad.

La liturgia Pascual, no es más que una invitación a la vida, pero no a cualquier vida, sino a una vida enteramente nueva. Vivir la Pascua, significa dejar aquello que nos avergüenza y nos aleja de Dios y encontrarnos con el Resucitado, que nos dice: «Mirad, yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5) Que Cristo haga todas las cosas nuevas incluye también nuestra vida, nuestra existencia, incluso nuestra fe.

Pascua, Resurrección y Vida, es esta la tríada que conduce al reino de la paz, donde no hay pestes, donde la vida no acaba, donde el amor vence a la muerte. Es esta también la sentencia que Mahler plasma al final de su obra y que todo el coro canta al unísono: «Sterben werd’ ich, um zu leben!» ¡Moriré para vivir!, frase que se debe marcar en nuestro ser como aquel deseo que brota de lo profundo de un corazón herido que anhela vivir nuevamente, que desea con pasión salir del sepulcro y abrazar la vida, como la doncella del Cantar de los cantares, que al encontrar el amado dice: «Encontré el amor de mi alma, lo he abrazado y no lo soltaré jamás» (Cant 3,4).

¡Prepárate para Vivir!

En estos días donde la muerte nos ha inundado con su frialdad, surge el calor de la vida, de los corazones tristes y enfermos brota la esperanza como un renuevo de olivo entorno a la mesa del Señor. Aunque la peste ronde nuestras calles y haya arrebatado la vida de miles de nuestros hermanos, se abre para nosotros una puerta, se pone ante nuestros ojos un camino, es la vida, si la vida. He aquí el mayor tesoro que se ha puesto en nuestras manos, el don más grande e inmerecido.

Prepararnos para vivir, es lo único que podemos hacer hoy. La vida no termina, comienza. Nadie niega que en la vida siempre habrá dolor, angustia, miedo, soledad y otra cantidad de situaciones que nos hacen decaer; pero tampoco se puede negar que la vida es un camino realmente apasionante. O glaube: Du wardst nicht umsonst geboren! Hast nicht umsonst gelebt, gelitten!  Esto quiere decir: «¡Oh! créelo: ¡no has nacido en vano! ¡No has sufrido en vano!» he aquí la única verdad: «No has vivido en vano, ni has sufrido en vano».

Como un canto a la esperanza en la vida quisiera terminar esta corta invitación, recordándote por medio de este poema que nuestra vida apenas comienza… ¿Estás preparado(a) para vivir?

«Amigo mío, ¡en este mundo
no me ha sonreído la fortuna!
¿Dónde vas? Voy a vagar por las montañas.
Busco paz para mi corazón solitario.
Voy a mi patria, a mi ciudad.
Y no me alejaré ya más de ella.
¡Mi corazón está silencioso y aguarda con ansia su hora!
La dulce tierra vuelve a florecer
y por todas partes verdea la primavera.
¡De nuevo! ¡Por todas partes y para siempre
se iluminan azules los horizontes!
Para siempre… para siempre…».

Gustav Mahler

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