Hay Un Ser, que se conoce a Sí mismo y se ve a Sí mismo.
Él habita en Sí mismo,
y desde Sí mismo se despliega.
Gloria a su Nombre.
Este es un Ser que por su propia voluntad está en todo lugar,
que es invisible y visible,
manifiesto y escondido.
Él está encima y debajo.
Familiar y condescendiente por su gracia entre los pequeños;
más sublime y más exaltado, como conviene a su gloria, que los elevados.
El veloz no puede exceder su presteza,
ni el tardo ir más allá que su paciencia.
Él está antes de todo y después de todo,
y en medio de todo.
Él es como el mar,
y toda la creación se mueve en Él.
Como las aguas envuelven a los peces en todos sus movimientos,
así el Creador está vestido con todo lo creado,
con lo grande y lo pequeño.
Y como los peces están escondidos en el agua,
así están escondidos en Dios la altura y la profundidad,
lo lejano y lo cercano,
y sus habitantes.
Y como el agua se encuentra con los peces adonde quiera que vaya,
así Dios se encuentra con todo el que camina.
Y como el agua toca al pez en cada giro que hace,
así Dios acompaña y mira a cada hombre en todos sus actos.
Los hombres no pueden mover la tierra, que es su carro,
así tampoco nadie se aleja del Único Justo, que es su socio.
El Único Bueno está unido al cuerpo,
y es la luz de los ojos.
Un hombre no es capaz de escapar de su alma,
pues ella está con él.
Ni tampoco hay hombre escondido del Bueno,
pues Él lo envuelve.
Como el agua envuelve al pez y éste lo siente,
así también todas las naturalezas sienten a Dios.
Él se difunde en el aire,
y con tu aliento ingresa en lo más íntimo de ti
Él está unido a la luz,
e ingresa, cuando tú ves, en tus ojos.
Él está unido a tu espíritu,
y te examina desde dentro, para saber quién eres.
Él habita en tu espíritu,
y nada que está en tu corazón le es oculto.
Como la mente precede al cuerpo en todo lugar,
así Él examina tu alma antes que tú la examines.
Y como el pensamiento precede en mucho al acto,
así su pensamiento conoce de antemano lo que tú planearás.
Comparado con su impalpabilidad,
tu alma es cuerpo y tu espíritu carne.
Él, que te creó,
es alma de tu alma,
espíritu de tu espíritu,
distinto de todo,
y está unido a todo,
y manifiesto en todo,
un gran prodigio y una escondida maravilla insondable.
Él es el Ser cuya esencia ningún hombre es capaz de explicar.
Éste es el Poder cuya profundidad es inexpresable.
Entre las cosas vistas y entre las cosas escondidas
no hay nada que se compare a Él.
Éste es Aquél que creó y formó de la nada
todo lo que es.
Dios dijo:
¡Qué se haga la luz!
Una cosa creada.
Él hizo la oscuridad y se hizo de noche.
Observa: una cosa creada.
Fuego en las piedras,
agua en las rocas:
El Ser los creó.
Hay un Poder que los sacó de la nada.
Contempla,
también hoy, el fuego no está en un almacén en la tierra.
¡Mira! Es continuamente creado
por medio de pedernales.
Es el Ser quien ordena su existencia
por medio de Él mismo, que la sostiene.
Cuando Él quiere la enciende,
cuando Él quiere la apaga
a manera de llamar la atención al obstinado.
En la gran alameda se enciende un fuego por la fricción de un madero.
La llama devora,
se vuelve fuerte,
y al final sucumbe.
Si fuego y agua son seres y no creaturas,
entonces antes que la tierra fuera,
¿Dónde estaban ocultas sus raíces?
Quienquiera que va a destruir su vida,
abre su boca para hablar de todo.
Quienquiera que se odia a sí mismo
y no se circunscribe a Dios
piensa que es una gran impiedad que alguien se crea un erudito.
Y si piensa que ha dicho la última palabra
ha alcanzado el paganismo,
¡Oh Bar Daisan,
hijo del Río Daisa,
cuya mente es líquida como su nombre!