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PRIMERO LO PRIMERO
Juan estaba lavando su auto en la acera, frente a su propia casa.
Pasó por ahí como de costumbre, el
señor Cura; se detuvo y felicitó a Juan:
- ¡Qué bonito se ve tu automóvil!
tiene sus años pero lo veo siempre limpio y brillante.
- ¡Si supiera usted, señor Cura -
comentó Juan- cuánto tiempo y trabajo me cuesta! por lo menos
una hora diaria.
El señor Cura se puso serio y
dijo:
- Y para tener limpia y brillante
tu alma, Juan ¿cuánto tiempo gastas diariamente?
Juan no contestó, pues él casi
nunca se da momentos para la intimidad con Dios y la reflexión.
Entonces el Cura concluyó:
- Juan, francamente yo no quisiera
ser tu alma, sino... tu automóvil.
Pregunta Jesús: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si
se pierde a sí mismo?" (Mt 16, 26)
Pastoral Juvenil