Por: Pbro. Juan Felipe Escobar Escobar | Fuente: Signos de Dios
Biblia: Jn 8, 1-59; Jn 3, 16-18; 2 Cor 3, 17; 1Ti 2, 3-6; Gl 2,4.
Actividad: Poner una reja que asimile el calabozo de una prisión, o unas cadenas gruesas o una jaula.
Reflexión: A veces nos vemos atrapados y oprimidos por los problemas de la vida o situaciones difíciles de pecado y miseria, vivimos como si fuéramos prisioneros o condenados a muerte. Jesús se nos presenta como la salida de escape por donde podemos volarnos y encontrar la libertad. De nosotros depende si lo aceptamos en nuestro corazón, he ahí la llave de la liberación.
Experiencia: Cuenta la historia que unos hombres fueron llevados a prisión y los condujeron a una celda oscura y fría. Allí pasaban muchas necesidades y sufrimientos. Después de estar varias semanas encerrados en ese horrible calabozo, descubrieron un orificio por donde escapar, todos lo hicieron a excepción de uno, que se quedó sentado en el calabozo. El guardia que estaba a cargo de estos prisioneros se enteró de lo sucedido, entró en la celda, cogió un garrote y comenzó a golpear al que no se quiso escapar por el orificio, y le gritaba: – Torpe, ignorante, estúpido, ¿cómo no te escapaste? ¿si tenías la libertad a un paso? Y ¿tú que estás esperando? Respondió este hombre: – ¿Para qué escaparme si yo soy libre?
Frase: Si tienes a Dios, en cualquier prisión podrás encontrar libertad.
Pregunta: ¿Qué me oprime en estos momentos que no me deja experimentar la libertad de Dios?
Oración: Dios mío, líbrame de las cadenas espirituales que atan mi vida, haz que te busque siempre a ti como fuente de toda libertad, no permitas que los vicios terrenales me opriman y esclavicen, sobre todo que me alejen de ti. Ven pronto a liberar mi corazón, para que me sienta libre en todo momento y en todo lugar, mientras voy de camino hacia a la patria de tu eternidad. Amén.
Jaculatoria: Dios mío, se mi libertad.