Por: Biblioteca de Autores Cristianos | Fuente: Año Cristiano (2002)
Obispo (+ 802)
Carlomagno, empeñado en un renacimiento de las letras y las artes, lo mandó llamar a su corte, donde ya brillaba la estrella de Alcuino, y lo hizo partícipe de su política cultural y religiosa y miembro destacado de su centro de estudios. Es posible que Paulino ya fuera clérigo antes de ir a la corte, pero de todos modos aceptó el nombramiento episcopal que le hizo Carlomagno con el título enfático de patriarca de Aquileya.
Paulino estuvo presente en numerosos sínodos por delegación del emperador, en los que se acordó la política reformista de Carlomagno, pero no estuvo presente en la conversión forzada de los paganos, sino que escribió unas reflexiones destinadas a hacer ver que nadie debiera ser llevado al bautismo sino libremente y luego de conocer de forma suficiente la religión cristiana. Se mostró partidario de incrementar cuanto fuera posible la instrucción religiosa de los fieles e insistía en la necesidad de una liturgia celebrada en todas partes con dignidad y solemnidad.
Intervino activamente en dos polémicas doctrinales: el adopcionismo que activaban en España Elipando de Toledo y Félix de Urgel, y la cuestión del filioque, la procesión del Espíritu Santo respecto del Padre y del Hijo, añadidura al Credo acordada primeramente en España y que a su vez se aceptó por Carlomagno con el expreso consentimiento de Paulino y de los obispos occidentales.
Personalmente fue Paulino un hombre de vida austera y santa, que le valió se le diera culto tras su muerte en Aquileya el 11 de enero del año 802. Había logrado ver a su querido Carlomagno coronado emperador.