Los Miserables: “Ir a lo esencial, es volverse al prójimo”

La obra y su contexto.

En 1862, salía a la luz una de las obras cumbre de la literatura universal. Los Miserables o Les Misérables en francés. Escrita por el gran poeta y escritor francés Víctor Hugo. Y que en la actualidad ha sido adaptada como musical y película.

Esta obra nace en uno de los momentos más convulsionados de la Francia del siglo XlX, que pasaba por una gran cantidad de problemáticas sociales, políticas, económicas y a la vez religiosas. Víctor Hugo, es testigo primario y fidedigno de esta situación en la que creció y murió. Y en la cual ambienta la obra de Los Miserables.

Víctor Hugo y su fe

Este gran novelista y poeta francés, nació en una familia conformada por un padre que era republicano y ateo militante, mientras que su madre practicaba el catolicismo. Quizá fue su madre la que inculcó la chispa de la fe en el corazón de su hijo, aunque no se tiene gran certeza de esto.

Víctor Hugo, aunque se consideró gran parte de su vida como católico practicante, al final de su vida, se consideró simplemente como un «librepensador» ajeno a toda vinculación religiosa, pero no ajeno a la realidad de Dios que es fuerza en medio de la miseria. Su vínculo con Dios se demuestra en varias de sus obras como, por ejemplo: Notre dame de Paris o más conocida como «El jorobado de Notre dame» y su obra principal «Los Miserables». Donde se percibe al leer, que en él había una fe firme en Dios y sus designios. En Víctor Hugo sin querer se puede encontrar un místico humilde, entregado y amante. Esto lo evidenciamos en estas palabras: «-El altar más hermoso- decía- es el alma de un infeliz consolado en su infortunio, y que da gracias a Dios» (Hugo, 1974, p.29)

¿Hacer el bien o cumplir el deber? El dilema de Jean Valjean

«¡No hay nada más sombrío que este infinitoque el hombre lleva dentro de sí, y al cual mide con desespero las voluntades de su cerebro y las acciones de su vida»

Victor Hugo

Los miserables, es más que una simple obra que habla acerca del bien o el mal, incluso, no es una obra netamente espiritual, sino más bien un tratado sobre aquello que en verdad está bien y sobre aquello es un deber. Es así como podemos comprender el dilema de vida de Jean Valjean, su protagonista. Quien afronta en su carne el dilema de hacer o no el bien cuando este inclusive va en contra del deber, las leyes e incluso los mandamientos.

¿Acaso es lícito robar una hogaza de pan para saciar el hambre de un pequeño? (que es por lo que es condenado a 19 años en la cárcel además de trabajos forzosos) ¿Es permitido y además bien visto salvar a una prostituta (Fantine) quien aparte de pecar por vender su cuerpo cometió un crimen? Pero, hay algo aún más dramático. ¿Debe acaso Jean Valjean salvar a un criminal que está condenado por un crimen que él ha cometido? El dilema de Jean Valjean se puede resumir en una sola frase: «Si hablo, estoy sentenciado, sino hablo estoy condenado» (Hugo, 1974, p. 167).

Víctor Hugo, busca tocar las fibras más sensibles de nuestro corazón. Decidir se convierte para el hombre en un acto difícil de asumir. Decidir confronta, perturba, sentencia, condena, da miedo. ¿Cómo decidir entre lo que está bien y lo que es un deber?

Los Miserables una invitación a: “ir a lo esencial” – volvernos al prójimo.

Ante la pregunta anterior, el autor no da una respuesta explícita, más si muestra el camino. Jean Valjean, tiene que confrontar sus propios «demonios» y decidir con el corazón. Desligar la bondad del deber es una equivocación, pues, no hay deber más grande que hacer el bien, y no hay bondad más sublime que cumplir los deberes. Decidir con el corazón es ir a lo esencial, es amar el bien sobre todas cosas, es mirar el deber como una opción para ser libres. Y esto en efecto, es lo que hace Jean Valjean. Él es capaz de convertir su miseria en sensatez, caridad, acogida, ternura y misericordia. Es capaz de tomar el pan ajeno para saciar un corazón inocente, aunque esto implique la cárcel, es capaz de devolverle la dignidad a una mujer estigmatizada por la sociedad y al final fue capaz de presentarse al tribunal y aceptar su culpa.

Es momento de volver a lo esencial, y esto significa volvernos al prójimo, haciendo lo que nos corresponde. Apostando sin temor a la bondad, único camino que nos hace libres de nuestras miserias.

Hoy más que nunca hay que tomar para nuestra vida la invitación de Víctor Hugo cuando en Los Miserables nos dice: «Consideraos, escrutaos, preguntaos. Empezad el interrogatorio, poniendo sobre el banquillo vuestras propias imperfecciones. De un cierto desprecio por vosotros mismo, nacerá la piedad para el prójimo» (Hugo, 1974, p. 1181) Ir a lo esencial, significa, por último, amar al prójimo, amar sus llagas y frente a su miseria ser solidarios.

Bibliografía

Hugo, V. (1974). Los Miserables. Barcelona: Bruguera.

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