Poesía: Oh Cristo
Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustiasin que yo me angustie y llore;ya
Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustiasin que yo me angustie y llore;ya
Pues busco, debo encontrar.Pues llamo, débenme abrir.Pues pido, me deben dar.Pues amo, débenme amar.Aquel que me hizo vivir.¿Calla? Un día me hablará.¿Me pone a prueba?
La iglesia era Católica en el momento de Pentecostés y lo será hasta el día en que Cristo vuelva gloriosamente.
Si tú me dices «¡ven!», lo dejo todo…No volveré siquiera la miradapara mirar a la mujer amada…Pero dímelo fuerte, de tal modo que tu voz,
Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensahondura del vacío y en la hondura interior.Tú en la aurora que canta y en la
En esta tarde, Cristo del Calvario,vine a rogarte por mi carne enferma;pero, al verte, mis ojos van y vienende tu cuerpo a mi cuerpo con
«Madre de los hombres y de los pueblos, Tú conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú sientes maternalmente todas las luchas entre el bien
Yo he leído ese libro misteriosoque por el mismo cielo fué dictado;del Profeta y del Ángel he escuchadode nube en nube retronar la voz.He asistido
«Quien pierde el honor, ya no puede perder más» Séneca Que somos la generación de lo visual donde la imagen domina el mercado por encima