Muchos, por no decir todos, hemos pasado por momentos difíciles en que se pone en tela de juicio nuestra veracidad ante determinadas situaciones, o sin ir tan lejos, hemos pasado por cuestionamientos de fe tanto directos como indirectos, que nos han hecho sentir asfixiados, maniatados…
El Papa Francisco habla en particular de «obstinación», frente a los cual nos dice que detrás de ello está la presencia del diablo, y nos invita a tomar la actitud de Jesús, el silencio prudente y orante.
«Esto es válido también, llamémosle así, para las ‘pequeñas obstinaciones’ cotidianas: cuando alguno de nosotros siente que existe una habladuría en contra de él y se dicen las cosas y después no surge nada… Estar callado, silencio, y padecer, tolerar, la obstinación de las habladurías. Las habladurías son una obstinación también, una obstinación social, en la sociedad, en el barrio, en el lugar de trabajo… es una obstinación para destruir al otro, porque se ve que el otro molesta».
Papa Francisco, Misa celebrada en Casa Santa Marta el 27 de marzo de 2020.
En una sociedad que insta a responder, ante las habladurías, persecuciones, acusaciones infundadas y demás «ataques», con formas violentas o agresivas, con la determinación de demostrar que se tiene la verdad en esa situación, Francisco nos llama a permanecer en un silencio contemplativo, orante, pero ese silencio termina siendo un grito sofocante; creo que este tipo de grito silencioso nos ha quedado claro al contemplar la celebración histórica de la bendición Urbi et Orbi de este año, en la cual el silencio, ante Jesús sacramentado, se convertía en un grito a Dios y a los hombres pidiendo que cambie la situación actual del mundo.
Ese es el silencio al que nos invita el Papa, no a un silencio inerte, sino a un silencio que sin vacilación, busca la justicia. «En el momento de la obstinación se pueden hacer solamente dos cosas. Discutir con esa gente no es posible, porque tienen ideas fijas, son ideas que el diablo ha sembrado en el corazón ¿Qué se puede hacer? Lo que ha hecho Jesús: callar».
«Existe una habladuría en contra de él y se dicen las cosas y después no surge nada… Estar callado, silencio»
El Papa Francisco nos recuerda que Jesús callaba ante toda suerte de acusaciones injustificadas que buscaban llevarle a la Cruz, sí, Él callaba y oraba, y de esta manera llevó a cabo su salvación para el hombre: «delante al espíritu de obstinación solamente el silencio.
Nunca las justificaciones. Nunca. Jesús ha hablado. ha explicado, cuando ha entendido que no existían palabras, el silencio. Y Jesús ha hecho su pasión. El silencio del justo delante a la obstinación».
La obstinación no es sólo odiosidad
El cristiano debe tener claro que la obstinación no es una simple «odiosidad», sino que es una especie de artimaña que se planea de manera detallada para causar el detrimento del otro, es por esto que el Papa nos insiste, «cuando el demonio, que está siempre detrás a cada obstinación, intenta destruir, no ahorra medios».
Esta obstinación de la que hablamos, debe ser afrontada con silencio y oración, y el Papa nos invita a recordar y meditar el libro de Job, «Dios está satisfecho con el modo de vivir de Job, el diablo dice mételo a la prueba. Primero el diablo le quita los bienes -materiales-, después le quita la salud, y Job nunca se apartó de Dios».
Si bien hay que tener claro que la figura de Job lejos de ser la del «santo de la paciencia», como muchas personas afirman, es la figura que nos enseña que hombre al ser sometido a un «sufrimiento pedagógico», aprende a acercarse al Dios único y fiel; «Pero es el diablo quien hace la obstinación. Siempre. Detrás de cada obstinación, se encuentra el demonio, para destruir la obra de Dios. Detrás de una discusión o una enemistad, puede ser el demonio, de lejos, con las tentaciones normales, pero cuando hay obstinación, no dudemos, está la presencia del demonio, por eso, la obstinación es sutil, sutil».
Finalmente, la invitación es clara, debemos ser constantes en la oración, no sólo en los actos de piedad, que si bien son una herramienta, deben ser trascendidos a la oración dialogal e íntima con el Señor, siendo absolutamente sinceros con Él, una oración en la cual te sientas escuchado por Él y le comuniques tu deseo de unirte cada vez más a su Voluntad.