Por: Biblioteca de Autores Cristianos | Fuente: Año Cristiano (2002)
Obispo (+ 1451)
Mateo era natural de Girgenti, en el reino de Sicilia, y tomó el hábito de los franciscanos conventuales siendo muy joven. Luego de completar estudios en España, vuelve a Italia y realiza su deseo de vivir más estrechamente la regla franciscana pasándose a la rama de los observantes, que San Bernardino de Siena propagaba por Italia. El gran santo lo toma por compañero ya que descubre en él sentimientos muy similares a los suyos. Junto a él o por su indicación en otros lugares predica sin descanso y su vida austera y llena de espiritualidad acredita por todas partes sus sermones. Se hace paladín del nombre de Jesús, como San Bernardino, pero quiere que al de Jesús vaya unido el de María, la Madre del Señor. Y por ello a los conventos que funda en Italia y en España les pone el nombre de Santa María de Jesús.
A este fecundo apostolado estaba dedicado cuando su diócesis natal lo elige y reclama como obispo, resistiéndose él cuanto puede a lo que consideraba una dignidad y puesto para el que no estaba preparado. Pero el rey Alfonso de Sicilia insiste ante el papa Eugenio IV, el cual manda a Mateo en virtud de obediencia tomar el báculo pastoral de la diócesis de Girgenti.
No era un secreto qué tipo de obispo iba a ser fray Mateo: un obispo reformador, un hombre celoso de la disciplina eclesiástica, impulsor de criterio y actitudes evangélicas así en el clero como en el pueblo confiado a su cuidado. Ello le enfrenta con quienes se negaban a ninguna reforma que supusiera pérdida de intereses bastardos, y ante la firmeza de Mateo no dudan en acudir con calumnias a la Santa Sede que lo llama y pide explicaciones de su conducta, las cuales dejaron inmaculado su nombre ante los ojos del Papa. Él se siente confortado con esta confirmación de su conducta y continúa en su misma labor reformadora que muy pronto encuentra nuevos y poderosos obstáculos. El santo obispo llega a pensar que las dificultades se deben a su incapacidad para el episcopado y ruega y suplica a la Santa Sede le permita hacer dimisión de su cargo, e insiste tanto que al fin se le concede. Entonces, con la mayor humildad, se reintegra a su comunidad religiosa, en la que vive como un fraile más, sin admitir se le den honores o privilegios. Su santa muerte tuvo lugar el 7 de enero de 1451. La confirmación de su culto inmemorial la concedió el papa Clemente XII el 10 de agosto de 1760.