Beato José Antonio Tovini

Por: Ramón Fita Revert | Fuente: Año Cristiano (2002)

Seglar (+ 1897)

Laico ejemplar en su compromiso cristiano. Padre de familia. Abogado, profesor, impulsor de escuelas, residencias universitarias y de la Universidad Católica Italiana. Fue también alcalde, fundador de bancos y periódicos. Dio un altísimo ejemplo de compromiso cristiano en lo religioso y social. Beatificado por Juan Pablo II el 20 de septiembre de 1998.

Giuseppe Tovini nació el 14 de marzo de 1841 en Cividate Camuno, provincia de Brescia (Italia). Recibió una educación austera. Sus estudios estuvieron a punto de interrumpirse, pero la intervención del sacerdote Juan Bautista Malaguzzi, tío materno, le consiguió un puesto gratuito en un colegio para jóvenes pobres de Verona.

Pasó luego al seminario diocesano, donde fue muy apreciado por sus compañeros y profesores. La muerte de su padre en 1859 y la difícil situación económica de la familia —era el mayor de seis hermanos— le hizo abandonar, tras grandes luchas interiores, la idea de hacerse misionero. En 1860 se inscribió en la facultad de jurisprudencia de Padua: se ayudaba haciendo prácticas en el despacho de un abogado y dando clases particulares. En vísperas de graduarse brillantemente en la universidad de Pavía, murió su madre.

Al terminar los estudios trabajó en el despacho de un abogado y en el de un notario de Lovere. Al mismo tiempo ejerció el cargo de vicerrector y profesor de un colegio municipal, tarea que desempeñó durante dos años: era el único profesor que rezaba al comenzar y terminar las clases, y comulgaba cada domingo.

En 1867 se trasladó a Brescia. Allí fue declarado idóneo para el ejercicio de la abogacía y trabajó, desde 1868, en el despacho del abogado Corbolani, con cuya hija Emilia se casó siete años más tarde. Tuvieron diez hijos, de los cuales uno fue jesuíta y dos religiosas. Fue padre solícito y afable, educador atento, que inculcó en sus hijos los principios de la moral católica.

De 1871 a 1874 fue alcalde de su ciudad natal, Cividate, promoviendo numerosas iniciativas. En 1877 ingresó en el movimiento católico bresciano y participó en la fundación del diario II Cittadino di Brescia, de cuya dirección administrativa y de organización se ocupó. En este mismo año se entregó a la formación del comité diocesano de la Obra de los congresos, del que fue nombrado presidente; recorrió toda la provincia para organizar los comités parroquiales. Luego fue sucesivamente presidente del Comité regional Lombardo, miembro del Consejo directivo, presidente de la tercera sección de educación e instrucción, miembro del Consejo superior y vicepresidente de la Obra.

Ingresó en la Tercera Orden Franciscana en 1881. Progresó en el ejercicio de las virtudes, en particular las características de la espiritualidad franciscana: la ascesis, la sencillez, la pobreza, la oración y el diálogo respetuoso.

Se empeñó mucho en política: fue elegido repetidamente consejero municipal de Brescia. Favoreció iniciativas e instituciones inspiradas, organizadas, fundadas u orientadas por él, a través de los programas presentados en los congresos católicos italianos. Sostuvo y apoyó otras muchas acciones de carácter social, como las Cajas de Ahorro municipales; propuso la fundación de la Unión diocesana de las sociedades agrícolas y de las cajas municipales; fundó en Brescia el Banco de San Pablo y en Milán el Banco Ambrosiano.

Pero donde multiplicó sus esfuerzos fue en el sector educativo y escolar. Defendió con ahínco la enseñanza religiosa en las escuelas para tutelar la fe y la moral de los jóvenes, y la libertad de enseñanza; sostuvo la escuela libre, como instrumento eficaz para formar a la juventud en las tareas de responsabilidad civil y social. Promovió la erección de círculos universitarios católicos y colaboró en la fundación de la Unión León XIII de estudiantes de Brescia, de la que nació la FUCI (Federación de Universitarios Católicos Italianos). Fundó la revista pedagógica y didáctica Escuela italiana moderna, de difusión nacional; el semanario IM vo del pueblo; el Boletín de los terciariosfranciscanos, etc.; propuso recaudar fondos para una universidad católica.

Procuró que la Iglesia tuviera una presencia cada vez más decisiva en el mundo del trabajo, lo que le llevó a hacer una propaganda intensa y constante para la fundación de asociaciones obreras católicas. En su última relación pública, habló del apostolado de la oración, dirigiendo una apasionada invitación a la comunión eucarística. Murió en Brescia el 16 de enero de 1897. Sus venerables restos se encuentran en la Iglesia de San Lucas de aquella capital.

Fue beatificado en el estadio municipal de Brescia por el papa Juan Pablo II, el día 20 de septiembre de 1998. Su fiesta se celebra el 16 de enero. El Beato Giuseppe Tovini es, en palabras de Juan Pablo II, «un gran testigo del Evangelio encarnado en las vicisitudes sociales y económicas de la Italia del siglo XIX. Brilla por su fuerte personalidad, por su profunda espiritualidad familiar y laical, así como por el empeño con que se prodigó para mejorar la sociedad». Vivió en un período delicado de la historia italiana y de la misma Iglesia, y vio muy claro que no era posible responder plenamente a la llamada de Dios sin una entrega generosa y desinteresada a los problemas sociales.

Su compatriota y paisano, el que luego sería Pablo VI, nacido también en Brescia, dijo en el prólogo a la biografía de nuestro Beato:

«El recuerdo que dejó entre las primeras personas que conocí y estimé era tan vivo y presente, que muy a menudo escuché comentarios y encomios de su singular persona y de sus diversas actividades; oí con sorpresa expresiones de admiración ante su virtud y de añoranza por su muerte prematura».

En efecto, entre el Beato Giuseppe Tovini y Giovanni Battista Montini existe un íntimo y profundo vínculo espiritual e ideal.

El Beato Giuseppe Tovini, ferviente, íntegro y activo en la vida social y política, proclamó con su vida el mensaje cristiano, siempre fiel a las indicaciones del Magisterio de la Iglesia. Fue constante su preocupación por la defensa de la fe. Frase suya es: «Nuestros hijos sin la fe no serán jamás ricos; con la fe no serán jamás pobres». Supo responder con audacia apostólica a las exigencias de los tiempos que, a la luz de las nuevas formas de discriminación, pedían que los creyentes realizaran una obra más eficaz de animación de las realidades temporales.

Gracias a la competencia jurídica y al rigor profesional, el Beato Tovini promovió y guió numerosas organizaciones sociales, asumiendo cargos políticos, con el deseo de dar a conocer la doctrina y la moral cristiana. Con gran valentía se prodigó incansablemente para salvar lo más característico de la sociedad de su región y de Italia, es decir, su patrimonio religioso y moral.

La honradez y la coherencia del Beato Giuseppe Tovini tenían sus raíces en su relación profunda y vital con Dios, que alimentaba constantemente con la Eucaristía, la meditación y la devoción a la Virgen María. De la escucha de Dios en la oración obtenía la luz y la fortaleza para las grandes batallas sociales y políticas que debió soportar a fin de defender los valores cristianos. Este gran apóstol, que supo dar esperanza a cuantos no
tenían voz en la sociedad de su tiempo, es un estímulo y un ejemplo para cuantos trabajan también hoy en defensa y en la difusión de la verdad y de las exigencias del Evangelio. Que Giuseppe Tovini desde el cielo nos proteja y sostenga con su intercesión.

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