Santa Leonia Francisca de Sales Aviat

Por: Andrés de Sales Ferri Chulio | Fuente: Año Cristiano (2002)

Virgen (+ 1914)

Nació en Sézanne (Francia) el 16 de septiembre de 1844, recibiendo las aguas bautismales el día siguiente. Su padre, Théodore Aviat, era un comerciante de reconocido prestigio, y su madre, Emile Caillot. Su primera enseñanza la recibió en la escuela local, pasando a continuación al monasterio de la Visitación de las Salesas de Troyes (Champagne), donde recibe formación adecuada en los principios cristianos y toma la Primera Comunión en 1856, permaneciendo hasta cumplir los 16 años de edad.

Concluida esta etapa formativa, su padre la instruye en los asuntos del negocio familiar, manifestando un sentido práctico y gran habilidad natural. Se le presenta una propuesta matrimonial muy ventajosa que su padre desea con mucho interés, pero Leonia pide tiempo para reflexionar. Un acontecimiento inesperado y dramático libera a Leonia de este trance, su padre, a causa de una estafa, se ve en bancarrota. Ante este hecho, el pretendiente desiste de ennoviarse con Leonia, pues quedó probado que en realidad lo que pretendía era el saneado negocio paterno de ultramarinos. En cuanto le fue posible regresó a Troyes, donde intenta profesar como humilde hermana conversa, pues no puede llevar dote, aunque al poco tiempo regresó con los suyos. Los impulsos del corazón deben dejarse madurar con adecuada reflexión. Su padre no la comprendió nunca, y nunca le concedió su consentimiento para que profesara como religiosa.

Estamos en la época industrial que atrae en masa hacia la ciudad una mano de obra inexperta, embaucando a numerosas jóvenes venidas del campo que intentan abrirse un mejor medio de vida entrando en las fábricas textiles. Para ellas el padre Brisson se manifiesta como un gran apóstol y un precursor del gran movimiento social cristiano del último tercio del siglo XIX. Había sido capellán de las monjas Salesas de Troyes, y movido por su celo por la formación religiosa de las jóvenes que entraban a trabajar en las fábricas, organizó una comunidad asistencial conocida como Las obras para las trabajadoras jóvenes, que puso bajo la protección de San Francisco de Sales. A las muchachas inexpertas se les facilitaba un local seguro, comida y asistencia espiritual donde se sentían amparadas y defendidas.

El abandono de la casa paterna por parte de los hijos era una costumbre nueva que comenzaba a imponerse en este momento, por el propio afán de libertad inherente al ser humano, y el propio deseo individual de participar en los cambios sociales que llegaban a pasos agigantados. A estas jóvenes inexpertas, que se sienten atraídas por este nuevo modo de vida, hay que ofrecerles un hogar y una caritativa atención en el corazón de Dios.

Leonia Aviat, obediente a lo que considera como la voz de Dios, recibe poco después un signo particular que no puede ser una mera ilusión: entró por necesidad en un taller de óptica de Sézanne, y al mismo tiempo un rayo de luz llenó su espíritu, decidiéndola a consagrarse a Dios. La visión de aquel taller poblado de jóvenes operarías aplicadas a su trabajo, bajo la atenta mirada de una supervisora, hizo nacer en su corazón el deseo de tomar parte entre ellas, para aconsejarlas y guiarlas. Esta decisión se aclarará en el momento que el padre Brisson la invite a visitar la obra que había fundado en Troyes. El 18 de abril de 1866 Leonia Aviat entra en la Obra de San Francisco de Sales, junto con una de sus antiguas compañeras de internado, Lucía Carmet. Desde ese momento su oración fue:

«San Francisco de Sales, ya que me habéis escogido para estar al frente de esta pequeña tropa, concededme vuestro espíritu, vuestro corazón. Placedme parte de vuestra unión con Dios y de este espíritu interior que sabe hacerlo todo con él y nada sin él».

El 11 de octubre de 1871 hace profesión y el año siguiente es elegida superiora general de la nueva Congregación de Oblatas de San Francisco de Sales. El apostolado de las Oblatas se va a extender a las diferentes clases sociales, a todas las formas de educación y a las misiones.

El 20 de septiembre de 1872 es elegida superiora general del Instituto, y en diciembre, el padre Brisson le encarga de las novicias, y comenzará a dar frutos de su bondadoso corazón. «Que mi obediencia no tenga límites. Nuestro Señor nos llama, no nos toca mirar a dónde nos conduce». Frente a la incomprensión, oración, serenidad y bondad. Con la sencillez se vencen las distancias. «La confianza atrae la confianza».

Después de haber consolidado esta obra en Troyes marchó a París, donde organizó un internado para jóvenes de posición social acomodada. Ocho años más tarde, volvió a Troyes, donde permaneció durante 15 años, sufriendo virtuosamente la hostilidad de algunos miembros de su comunidad.

En 1893 fue elegida de nuevo superiora general, cargo que ocupó hasta su muerte. Durante estos años el instituto se extendió por Sudáfrica, Ecuador, Suiza, Austria, Inglaterra e Italia. Las leyes anticlericales promulgadas en 1903 por el Gobierno Francés en contra de la Iglesia obligaron al cierre de 23 casas, bien organizadas, viendo expropiados sus bienes. Esta legislación laica obligó a la Madre Aviat y su consejo a refugiarse en Italia, eligiendo la ciudad de Perugia para reorganizarse, animando desde allí a las religiosas a permanecer fieles en medio de tan nefasta persecución.

El padre Brisson falleció santamente el 2 de febrero de 1908 sin poder saborear la aprobación de las Constituciones de la Congregación que, finalmente, fueron aprobadas por San Pío X el año 1911. Dos años más tarde, el 25 de diciembre de 1913, Madre Leonia se siente helada durante la santa misa, obligándola la fiebre a guardar cama. El 9 de enero recibió la unción de los enfermos, entregando su alma a Dios el 10 de enero de 1914. En 1928 los restos mortales de la Madre Aviat fueron inhumados en la capilla de la Casa Madre de Perugia, pero en 1948, al reinstalarse la Casa Madre en Troyes (Francia), fueron trasladados a la capilla de la misma.

El 9 de abril de 1957 el papa Pío XII firmó el documento de la Introducción de la Causa de Beatificación. El 1 de diciembre de 1978 y en presencia de Juan Pablo II se leyó el decreto sobre la heroicidad de las virtudes de la Sierva de Dios, declarándola Venerable. El 27 de septiembre de 1992 Juan Pablo II la beatificó, destacando en su homilía la grandeza de «una mujer […] que supo entregar con serena confianza su vida cotidiana en las manos de Dios, diciendo que había que “hacer todo con Dios y nada sin Él”».

Finalmente, el 18 de diciembre de 2000 se promulgó el decreto de reconocimiento del milagro para la canonización, que el Papa Juan Pablo II celebró en San Pedro del Vaticano el 25 de noviembre de 2001.

El milagro para la beatificación

En 1976 se llevó a cabo una nueva fundación en Sudáfrica. Las religiosas conocen a un muchacho enfermo, Vicente Kesner, de 12 años, operado de un tumor en el codo derecho, no resuelto satisfactoriamente. El brazo es posible que tenga que ser amputado. La madre y familiares comienzan una novena a la M. Aviat el 22 de enero. A partir del sexto día, Vicente experimenta una mejoría. El 27 de enero, el brazo aparece curado, sin explicación médica. En su juventud contrajo matrimonio, ejerce de electricista y es padre de dos hijos.

El 21 de diciembre de 1991, en presencia de todos los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos, Juan Pablo II promulgó el decreto reconociendo el milagro del joven sudafricano Vicente Kesner.

El milagro para la canonización

Bernadette McKenzie nació en 1977 en Drexel (Pennsylvania). En marzo de 1990, sufre fuertes dolores en la parte baja de la espalda. Según el facultativo se trataba de un lipoma serofibroso, que apretaba con sus fibras la médula espinal y oprimía los nervios. Se decide a operarse (3 de mayo de 1990). Nueve horas de intervención, pasando convaleciente todo el verano de ese año. En noviembre de 1990, de nuevo, grandes dolores en la espalda y nueva revisión médica. Se habían formado dos nuevos lipomas sacros, y nueva operación (enero de 1991), con resultado positivo, pero en septiembre de 1991 los dolores persisten. Es operada por tercera vez (14 de noviembre). Al cabo de varios días le dolía una pierna por culpa de un nuevo lipoma. El 17 de marzo el médico informa: su caso es irreversible. El 22 de marzo la familia comienza una novena a la Venerable M. Aviat. El 25 de marzo tomó sólo un calmante, y por la tarde tuvo la convicción de estar curándose. El médico lo confirmó: «no existe explicación médica para la curación de esta paciente». El 18 de diciembre de 2000 fue promulgado el decreto de reconocimiento del milagro para la canonización.

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