Poesía: Oración al Cristo del Calvario
En esta tarde, Cristo del Calvario,vine a rogarte por mi carne enferma;pero, al verte, mis ojos van y vienende tu cuerpo a mi cuerpo con
En esta tarde, Cristo del Calvario,vine a rogarte por mi carne enferma;pero, al verte, mis ojos van y vienende tu cuerpo a mi cuerpo con
Yo he leído ese libro misteriosoque por el mismo cielo fué dictado;del Profeta y del Ángel he escuchadode nube en nube retronar la voz.He asistido
Cada mañana sales al balcóny oteas el horizontepor ver si vuelvo. Cada mañana bajas saltando las escalerasy echas a correr por el campocuando me adivinas
Volver cada día a tu regazo.Marchar y volver,volver y marchar. Nuestra vida es un continuo abandono de tu casay de tu compañía.Tomamos la hacienda y
Comida celestial, pan cuyo gustoes tan dulce, sabroso y tan suave,que al bueno, humilde, santo, recto y justo,a manjar celestial, como es, le sabe;Justa condenación
Si pan es lo que vemos, ¿cómo dura,sin que comiendo dél se nos acabe?Si Dios, ¿cómo en el gusto a pan nos sabe?¿Cómo de sólo
Me hablaba un hombre justo.Se dolíade aquel que no perdona.De aquel que no disculpaa sus hermanoshombres.Y su voz era gravecuando me decía:«Debemos perdonar hasta tres
Y Tú dijiste, Dios, allá lejano:«Si tu mano te estorba para entrar en mi Reino…»Nos estorba, Señor. Pero el frío puñalnos estremece.No tenemos valor para amputarla.
Pensaba en ti, Madrede Dios.Mi corazónrumiabala pulpa de tu Dolor.Sábado Santo. Tarde gris. La calle. Mí alientodeseaba nacerte. Acompañarte.Veía tus dos brazos rodeandoun desmayado cuerpo.Pero